A quien se dedica a la enseñanza de un oficio, un arte o una ciencia se le llama ‘maestro’, y el futbol, que es una realidad paralela de las muchas que hay en esta vida y que está plagado de ellos. Genios que enseñan con su talento en la cancha o en el banquillo el arte de la pelota.
“Los maestros impactan a la eternidad, nadie puede decir con certeza dónde termina su influencia”, y esa es precisamente la razón por la que al hombre nacido en Santiago de Chile, Carlos Enzo Ezequiel Reinoso Valdenegro el mundo del futbol le ha otorgado el mote de “El Maestro”.
Reinoso llegó a Coapa en 1970 para quedarse en la eternidad del Club América.
Soy uno más de los muchos americanistas que no tuvo el placer de verlo jugar; a Reinoso lo conocí de la boca de mi padre y de mi abuelo.
“Es el más grande extranjero que ha venido a México, no solamente al América”, una afirmación que sostenían incluso familiares y amigos de mi padre que predican la profana religión del antiamericanismo.
Por fortuna existe un archivo videográfico que rescata un poquito de la magia de “el Maestro” y ahí conocí un poco más al genio, las lecciones fueron rápidas y contundentes, no es casualidad ni halago que a Carlos Enzo se le conozca como maestro, el hombre era un genio con la pelota; decía Albert Einstein que “El supremo arte de un maestro es despertar la curiosidad en la expresión creativa” y ver a Reinoso es evidencia contundente – aplicada al fútbol – de la razón que tenía el genio de Ulm en aquel apunte sobre la maestría.
El genio revolucionario que quizá no comulgaba con el adagio que reza “La pelota siempre al 10” y que quizá por ello llevaba estampado un ‘8’ en el dorsal, nos enseñó que no todo cliché tiene porqué ser real.
En el fútbol como en la vida uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con profunda gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos, y el eterno ‘8’ de Santiago de Chile reúne tanto la brillantez como el impacto a los más profundos sentimientos del americanismo.
En el banquillo siguió regalando calidad e impactando irreversiblemente la eternidad del Club América, con él como estratega, el América conquistó el campeonato de liga en “La Final del Siglo” contra el acérrimo rival, engordó la grandeza del americanismo a base de épica, porque él como buen maestro aprendió desde un inicio que la historia de este Club se escribe con épica y espectáculo, y eso transmitió siempre con su fútbol ya fuese jugando o dirigiendo.
Hoy en día, Reinoso da cátedra de humildad desmarcándose de la distinción como el más grande americanista como se desmarcaba de sus rivales y asistiendo a Cristóbal Ortega como la leyenda más grande que ha pisado Coapa.
“El maestro de maestros” se siente más cómodo con la etiqueta del más grande hincha del equipo de sus amores.
Dicen por ahí que un gran maestro nunca se olvida y su enseñanza dura para toda la vida, y las enseñanzas de Reinoso serán inmortales en el americanismo. ¡Gracias por tanto, “Maestro”!