Esa vez llegamos al mundial caminando y nos regresaron como siempre.
Pero las historias en la cancha no están a la altura de lo que pasa afuera, al menos no para nosotros los mexicanos que nos autoexiliamos 1 mes del verano cada 4 años en cualquier lugar del orbe.
Fieles a nuestra celebrada costumbre, llevamos al mundo la alegría de nuestras familias vistiendo los colores de una nación que no termina por unirse. Encontramos en la selección la excusa perfecta para experimentar la sensación de serel pueblo que no somos, el patriotismo que no tenemos, el futbol que en nuestra tierra pocas veces vemos.
El mundial de Alemania fue como cualquier otro: sin quinto partido, con una selección que jugó como nunca y perdió como siempre, con aficionados que viajamos como siempre y nos unimos como nunca. ¡Viva México!