El Estadio Azul se desmoronó ante su grandeza, una vez mas y por última ocasión fue conquistado por el rey de siempre, el eterno Cuauh.
Ahora fue el Azul pero lo fue siempre el Azteca, C.U. y hasta el Bernabeu.
Siempre el 10.
Siempre Cuauh.
Siempre el rey.
Pasan los años y su leyenda crece, se contagia como una plaga de la que nadie se quiere escapar. Pasan los años y nos sigue conquistando, como en antaño y como de costumbre, Cuauh el rey, es el de siempre.
Ayer en el Azul lo vimos levantar otro trofeo aunque condenado como azulcrema solo levantó uno y eso nos basta. Nos basta para consagrarlo como el máximo ídolo águila, el rey de la cancha y de la calle, el que nos representa y que representa lo que quisiéramos ser: genuinos sin pretensiones mas allá de la humilde gloria. Cuauh encarna el alegre mexicano que siempre lo apoyará en todo lo que haga, así sea seguirlo en una batalla campal en el Estadio Azteca en plena Copa Libertadores o defender el puñetazo que en el puerto calló la boca que cobarde lo criticaba.
Todos somos Cuauh.
Sufrimos juntos la maldita barrida de Elcock que lesionó y quebró los sueños del país entero.
Sufrimos su ausencia en Alemania por lo que maldecimos juntos a Lavolpe.
Y le perdonamos todas, como el desfile de camisetas que inició en el 2008 porque siempre lo supimos azulcrema.
Ayer lo vimos liderando el equipo de leyendas, aunque leyenda lo ha sido siempre.
Cuauh, el eterno Cuauh.
Nosotros su linaje nos seguimos rindiendo ante él reconociéndolo como el mas grande, lo sabemos irrepetible y su leyenda vivirá para siempre .