Nervios de que las cosas no salgan bien mañana en el Azteca. Tengo nervios de que la indisciplina o algún error terminen por acuchillarnos.
Pero estos nervios no son nada comparados al MIEDO que sienten el Cruz Azul y su afición, nuestros hijos consentidos. Esos cuates si se están desmayando del miedo de que no solo los eliminemos, sino que el destino sea tan cruel como de costumbre para que por un momento se sientan calificados y justo cuando la cuchara vaya a depositar el bocado en su boca, se les aparezca un portero o cualquier jugador para regresar sus sueños a las redes y de una vez por todas recordarles quien es su eterno padre biológico e histórico.
Mañana y siempre el miedo será de color azul, color a derrota y humillación, pesado como un costal de cemento o de papas, que para este caso es lo mismo.