No creas que es porque tu silueta me recuerda que existe el cielo y hasta me dan ganas de portarme bien para ganármelo.
No, no te amo por eso ni porque tu sonrisa es tan extensa como el inagotable mar.
He decidido darte mi corazón porque compartimos colores: el azul y el crema son la dupla que me hacen creer que eres mía y que tu felicidad a mí se debe.